Es una técnica semi-invasiva, que se utiliza para el síndrome del dolor miofascial y más concretamente para el tratamiento de los puntos gatillos, que son zonas de la fibra muscular, donde se produce una contracción permanente de las miofibrillas, provocando a su vez una disminución del aporte sanguíneo y nutritivo de la célula. Son zonas en las que el músculo sufre un déficit funcional y son muy sensibles a la palpación.